A VECES, EN SILENCIO, PENSAMOS: “OJALÁ TE MUERAS, MAMÁ”
Es una reflexión dura, pero tristemente cierta. Esa mujer que te tiene agotada(a), que se entromete en tu vida y que parece no dejarte en paz, un día la llevarás al panteón. La dejarás ahí y ya no volverás a verla.
Lo “bueno”, pensarás, es que ya no podrás meter más en tu vida, ya no habrá regaños ni consejos, ni restricciones. Ahora, por fin, tendrás la libertad que tanto querías: podrás salir, beber, regresar al día siguiente, faltar a clases sin dar explicaciones. Si quieres, hasta podrás destruirte con drogas. Ya no escucharás esa voz molesta diciéndote que te portes bien.
—Y cuando la dejes ahí, en el panteón —te advierto—, espero que no vayas con hipocresía en el corazón, gritándole: “¡Mamá, no te vayas! ¡No me dejes solo(a)!”. Porque, por mucho que grites, ella no va a regresar. Ya no despertará.
Aquella mujer a la que tanto renegaste, que solo quería que fueras alguien de bien, que te cuidaba, te ponía reglas, te marcaba horarios… esa mujer que te parecía insoportable, ya no estará más. No sé si te dará gusto o si te quedarás vacío(a), porque aunque pudo haberte dejado, nunca lo hizo. Pudo abandonarte, tirarte al olvido, pero no. Ella eligió luchar por ti, sacarte adelante, aun cuando no tenía nada.
Ojalá no seas de esos hijos ingratos que, teniendo a su madre aún con vida, no saben valorarla. Porque esa “vieja”, como le llamas con desprecio, a veces tuvo que caminar descalza para que tú pudieras llevar zapatos. Esa madre que te llenaba de comida diciendo que ya había comido, solo para asegurarse de que tú no te quedaras con hambre.
Esa misma señora que, con vergüenza, pedía fiado para darte lo que podía. Y aún así, tú la mirabas con indiferencia.
Si todavía tienes a tu mamá, valorala. Pídele perdón, no una, sino mil veces. Porque tú no tienes nada que perdonarle a ella. Ella fue una guerrera. Y si estás vivo(a), es porque nunca te dejó solo(a). Pasó noches enteras desvelada, orando por tu bienestar.
Ama a tu mamá. No la hagas sufrir más de lo que ya sufrió para que tú pudieras estar aquí, con vida.