CARTA A MAMÁ
Hola, mamá, la muerte nos ha separado físicamente, ya no puedo ver tus ojos mirándome con cariño, ni mirarte yo con todo mi amor.
Ya no podré oír tus palabras ni decirte las mías, ni escuchar tus consejos: ya no podré sentir tus abrazos llenos de ternura, ni darte los míos.
Y, sin embargo, seguimos viviendo: tú en mí y yo en ti…
Eres presencia misteriosa regalo de un amor que no puede morir.
Eres presencia añorada que da calor y sentido a mi sufrimiento.
Mi querida mamá, ni tú te has ido del todo, ni yo he muerto contigo…
Mi corazón no cesará de desearte, ni se agotará la fuente de mis lágrimas, hasta que mi dolor se convierta en amor transfigurado.
Mi corazón no se cansará de buscarte entre las rosas y las espinas que tejieron de belleza nuestra vida, hasta que nuestras miradas descansen, por fin, en un abrazo eterno.
(Del libro Orar en el Duelo de JC Bermejo y Francisco Alvarez).