El presidente Donald Trump impuso un arancel del 10% sobre todos los productos chinos para presionar a Beijing a frenar los envíos de fentanilo, sumando esta medida a aranceles previos que ya impactaban al 60% de las exportaciones chinas.
China respondió con aranceles adicionales al petróleo, carbón y maquinaria estadounidense, además de restringir exportaciones de minerales clave como tungsteno y molibdeno. También incluyó empresas de Estados Unidos en su lista de “entidades no confiables”.
Beijing también abrió una investigación contra Google y Trump eliminó exenciones arancelarias que favorecían a empresas como Shein, intensificando el conflicto comercial. Este enfrentamiento marca el inicio de una nueva etapa de tensiones económicas y negociaciones prolongadas.
Las medidas chinas, anunciadas el último día de las vacaciones de Año Nuevo de China, que duran una semana, marcan lo que podría ser el inicio de una nueva guerra comercial entre Washington y Beijing. Sin embargo, no descartan la posibilidad de un mayor diálogo o de acuerdos entre las partes.
La Casa Blanca había anunciado este sábado los aranceles del 10% a las importaciones chinas como parte de medidas comerciales más amplias que también apuntan a México y Canadá, parte de lo que la Administración Trump dijo que era un intento de responsabilizar a esos países por la inmigración ilegal y el flujo de fentanilo y otras drogas a los Estados Unidos.
Trump acordó “pausar de inmediato” los aranceles a México y Canadá después de mantener conversaciones telefónicas por separado con los líderes de esos países el lunes, un día antes de que los aranceles a los productos de los tres países entraran en vigor. Ambos líderes habían acordado reforzar la seguridad en sus fronteras.
Trump dijo el lunes que esperaba poder hablar con el líder chino Xi Jinping en las próximas 24 horas. Beijing aún no confirmó ninguna llamada.
Este posible intercambio se produce en un momento en que Beijing y Washington buscan marcar el tono de su relación y abordar una serie de cuestiones espinosas, entre ellas un enorme déficit comercial, una rivalidad tecnológica y militar y el comercio de fentanilo.
Las autoridades estadounidenses creen que varias entidades con sede en China suministran sustancias químicas precursoras que pueden utilizarse para fabricar fentanilo terminado en laboratorios operados por cárteles de la droga en Estados Unidos y México. Canadá representa solo el 0,2% de las incautaciones de fentanilo en la frontera estadounidense.
Beijing ha defendido sus esfuerzos para controlar las exportaciones de los precursores químicos utilizados para producir fentanilo y dijo que los últimos aranceles “erosionarían los cimientos de la confianza y la cooperación en el campo del control de drogas entre China y Estados Unidos”.