Japón mantuvo en funcionamiento una estación de tren en un pequeño pueblo para permitir que una sola joven viaje a la escuela. El tren solo pasaba dos veces al día, cuando iba a la escuela y cuando regresaba.
En los colegios japoneses no hay conserjes o personas dedicadas al aseo ya que es trabajo de los alumnos mantener todo el colegio limpio y no solo la sala de clases sino que también patios, comedor y hasta los baños. Una buena forma de enseñar carácter y terminar con las guerras de papelitos.
Cuidado con hacer trampa en los exámenes ya que los maestros japoneses no dudan en imponer castigos fuertes y bastante poco usuales. Uno de los castigos más comunes por copiar es afeitar la cabeza del alumno no importa si es niño o niña. Como si fuera poco, una vez pelados son expulsados .
Para los japoneses la actividad física más importante en la escuela es la natación y la mayoría de los colegios posee una pileta o accede a una pública donde los niños toman clases siempre con el permiso escrito de sus padres.
Antes de entrar a la pileta deben demostrar que no tienen fiebre, ducharse, pasar por un desinfectante para pies. Según su edad del niño debe conseguir nadar distancias cada vez mayores en una escala de 15 niveles. De no conseguir los avances necesarios deben tomar lecciones extra en el verano.
Si ir a la escuela de lunes a viernes agota imagina hacerlo de lunes a sábado pudiendo descansar solo los domingos. Si bien la ley ya no obliga a tener 6 días de clases a la semana la mayor parte de los colegios continúa con esta práctica.
Las escuelas en Japón son rigurosas, exigentes y muy ordenadas, ya que se trata de una cultura donde la competitividad es extrema y los niños no conocen la rebeldía aunque sus resultados en pruebas internacionales demuestran que tanto trabajo duro da buenos resultados.