EJEMPLO DE UN GRAN POEMA LA LETRA DE CAMINANTE, DE JOAN MANUEL SERRAT

ES UN POEMA DE OTRO AUTOR ESPAÑOL QUE DE MOMENTO NO RECUERDO, PERO MUSICALIZA JOAN MANUEL SERRAT

Todo pasa y todo queda pero lo nuestro es pasar
pasar haciendo camino, camino sobre la mar
nunca perseguí la gloria y dejar en la memoria
de los hombres mi canción.
Yo amo los mundos sutiles ingrávidos y gentiles
como pompas de jabón.
Me gusta verlos pintarse, de sol y gran arbolar
bajo el cielo Azul temblar, súbitamente y quebrarse
nunca perseguí la gloria.

Caminante son tus huellas del camino y nada más
caminante no hay camino, se hace camino al andar
al andar se hace el camino y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar
caminante no hay camino sino estelas en la mar.

Hace algún tiempo en ese lugar
donde los bosques se visten de espinos
se oyó una voz de un poeta gritar
caminante no hay camino se hace camino al andar
golpe a golpe, verso a verso.

Murió el poeta lejos del hogar
le cubre el polvo de un país vecino
al alejarse le vieron llorar
caminante no hay camino se hace camino al andar
golpe a golpe, verso a verso.

Cuando el jilguero no puede cantar
cuando el poeta es un peregrino
cuando de nada nos sirve rezar.
Caminante no hay camino, se hace camino al andar
golpe a golpe, verso a verso
golpe a golpe, verso a verso
golpe a golpe, verso a verso.

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  • Gracias a izzie por haber añadido esta letra el 26/10/2007.

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+ Joan Manuel Serrat

SU ORTOGRAFÍA ES CORRECTA.POR LO QUE SE PEUDE TOMAR COMO BASE.

OTRO EJEMPLO:

UNO DE RUBÉN DARÍO: VENUS

Rubén Darío: 12 poemas emblemáticos

Andrea Imaginario

Andrea Imaginario

Especialista en artes, literatura e historia cultural

Rubén Darío, poeta nicaragüense, fue uno de los más destacados representantes del modernismo, un movimiento literario hispanoamericano que sentó un precedente en la historia de la lengua española. Presentamos una selección de 12 poemas, agrupados de la siguiente forma: siete poemas cortos y cinco extensos, incluido un poema de Rubén Darío para niños.

ruben dario

Abrojos – IV

En el siguiente poema, Rubén Darío señala la paradoja del poeta, que entrega sus riquezas al mundo (o un mundo de riquezas) por medio de su arte y, sin embargo, su suerte es la de los pobres de la Tierra. De bellezas viste al mundo el poeta, mientras lo desnuda la necesidad. No hay parangón entre el sacrificio creador y la gratificación, pero el poeta ni siquiera procura que así sea. La desmesura es su carácter, toda vez que la poesía es su vocación, la voz del mandato interior que lo subyuga. Allí la paradoja. El poema fue incluido en el libro Abrojos , publicado en Chile en 1887.

Puso el poeta en sus versos
todas las perlas del mar,
todo el oro de las minas,
todo el marfil oriental;
los diamantes de Golconda,
los tesoros de Bagdad,
los joyeles y preseas
de los cofres de un Nabad.
Pero como no tenía
por hacer versos ni un pan,
al acabar de escribirlos
murió de necesidad.

Venus

Venus está incluido en la obra más celebrada de Rubén Darío: Azul… , publicada en 1888. Se trata de un soneto en verso de arte mayor. En este, Rubén Darío alude al amor incierto, a la distancia insondable entre los amantes, cuyas realidades ajenas parecen imposibles de saldar.

En la tranquila noche, mis nostalgias amargas sufría.
En busca de quietud bajé al fresco y callado jardín.
En el obscuro cielo Venus bella temblando lucía,
como incrustado en ébano un dorado y divino jazmín.

A mi alma enamorada, una reina oriental parecía,
que esperaba a su amante bajo el techo de su camarín,
o que, llevada en hombros, la profunda extensión recorría,
triunfante y luminosa, recostada sobre un palanquín.

"¡Oh, reina rubia! -díjele, mi alma quiere dejar su crisálida
y volar hacia a ti, y tus labios de fuego besar;
y flotar en el nimbo que derrama en tu frente luz pálida,

y en siderales éxtasis no dejarte un momento de amar".
El aire de la noche refrescaba la atmósfera cálida.
Venus, desde el abismo, me miraba con triste mirar.

APARTE CAMARÍN ES UN NUEVO VOCABLO, POR LO QUE ES OTRO ACERVO CULTURAL, EL ENTEDER EL SIGNIFICADO DE ESTE TÉRMINO.

camarín

camarín

1 . s. m. Tocador, cuarto para el peinado y aseo.

2 . ARQUITECTURA Capilla detrás del altar en que se venera alguna imagen desapareció el cirio del camarín.

3 . RELIGIÓN Cuarto donde se guardan las ropas y alhajas de una imagen sagrada.

4 . TEATRO Habitación donde los actores se arreglan para salir a escena. camerino

5 . Habitación retirada que sirve de despacho.

6 . Cuarto donde se guardaban objetos delicados y de valor al camarín se accede por una puerta falsa.

Gran Diccionario de la Lengua Española © 2022 Larousse Editorial, S.L.

NOMBRES PROPIOS,TAMBIÉN VAN CON MAYÚSCULAS.

FRAGMENTO DEL LIBRO LOS TRES MOSQUETEROS DE ALEJANDRO DUMAS PADRE.PARA DENOTAR LA ORTOGRAFÍA COMO LA REDACCIÓN.

Al entrar en su palacio, el señor de Tréville pensó que había que tomar la delantera quejándose
el primero. Envió a uno de sus criados a casa del señor de La Trémouille con una carta en la que
rogaba echar fuera de su casa al guardia del señor cardenal, y reprender a su gentes por la
audacia que habían tenido de hacer una salida contra los mos queteros. Pero el señor de La
Trémouille, ya prevenido por su escude ro, del que, como se sabe, Bernajoux era pariente, le hizo
responder que no correspondía ni al señor de Tréville ni a sus mosqueteros que jarse, sino más
bien al contrario, a él, contra cuyas gentes habían car gado los mosqueteros y cuyo palacio
habían querido q uemar. Como el debate entre estos dos señores habría podido durar largo
tiempo, porque cada uno debía, naturalmente, mantenerse en sus trece, al señor de Tréville se le
ocurrió un expediente que tenía por meta acabar con todo, y era ir a buscar él mismo al señor de
La Trémouille.
Se dirigió; pues, en seguida a su palacio, y se hizo anunciar.
Los dos señores se saludaron cortésmente, ya que, si no había amis tad entre ellos, había al
menos estima. Los dos eran personas de áni mo y de honor, y como el señor d e La Trémouille,
protestante y que sólo veía rara vez al rey, no era de ningún partido, no llevaba por lo general a
sus relaciones sociales prevención alguna. Aquella vez, sin embargo, su acogida, aunque cortés,
fue más fría que de costumbre.
-Señor -dijo el señor de Tréville -, ambos creemos tener moti vo de queja uno del otro, y yo
mismo he venido para que juntos sa quemos este asunto a la luz.
-De buen grado -respondió el señor de La Trémouille -, pero os prevengo que estoy bien
informado, y toda la culpa es de vuestros mosqueteros.
-Sois un hombre demasiado justo y demasiado razonable, señor -dijo el señor de Tréville-, para
no aceptar la propuesta que voy a haceros.
-Hacedla, señor, os escucho.
-¿Cómo se encuentra el señor Bernajoux, el pariente de vuestro escudero?
-Pues muy mal, séñor. Además de la estocada que ha recibido en el brazo y que no es nada
peligrosa, ha pescado otra que le ha atra vesado el pulmón, al punto de que el médico dice tristes
cosas.
-Pero ¿ha conservado el herido su conocimiento?
-Perfectamente.
-¿Habla?
-Con dificultad, pero habla.
-Pues bien, señor, vayamos a su lado; conjurémosle, en nombre del Dios ante el que quizá va
a ser llamado, a decir la verdad. Le tomo por juez de su propia causa, señor, y lo que diga lo
creeré.
El señor de La Trémouille reflexionó un instante; luego, como era difícil hacer una proposición
más razonable, aceptó.
Ambos bajaron a la habitación donde estaba el enfermo. Este, al ver entrar a estos dos nobles
señores que venían a visitarlo, trató de levantarse en el lecho, pero estaba demasiado débil y,
agotado por el esfuerzo que había hecho, volvió a caer casi sin conocimiento.
El señor de La Trémouille se acercó a él y le hizo respirar sales que le devolvieron a la vida.
Entonces el señor de Tréville, no que riendo que se le pudiese acusar de habe

Me gusto mucho el tema