En Cerdeña, el uso del “martillo femina agabbadòra” era una práctica llevada a cabo por mujeres.

En Cerdeña, el uso del “martillo femina agabbadòra” era una práctica llevada a cabo por mujeres. Cuando un anciano o una anciana de una familia se encontraba en su lecho de muerte y sufría un gran dolor, la familia llamaba a la Accabadòra o Señora de la Buena Muerte. Generalmente, se trataba de una viuda vestida completamente de negro, que probablemente había heredado su papel de su propia madre o abuela.

El título de Accabadora significa “Ella es la que termina”. Esta figura llegaba con un gran martillo de madera de olivo tallada, envuelto en lana gruesa, y se quedaba sola con el individuo que aún podía estar gritando de agonía y terror. Un testimonio de un testigo de la práctica describe: “Estaba oscuro. La habitación estaba iluminada por una sola mecha con aceite de almáciga. La Accabadòra entró en la casa; la puerta había quedado abierta para ella. No se cruzó con nadie al entrar en la habitación de su paciente junto a la cama.

“Acariciaba el rostro del moribundo, recitaba el rosario, cantaba una de las muchas canciones de cuna que se suelen cantar a los niños. Finalmente, levantaba su martillo envuelto en una gruesa lana negra y daba un golpe rápido y seco en el cráneo. Luego dejaba al paciente en paz y tranquilidad, y nuestra familia la bendecía, le agradecía y le pagaba por su buen trabajo al irse. Es un trabajo duro. La Accabadòra puede ser débil y, a menudo, es amiga del individuo enfermo. Por eso, siempre debes respetarla.

“No la consideramos una asesina. En nuestro pueblo, se la conoce como una persona compasiva, una santa ayudante en el cumplimiento del destino final. Su acto es amoroso y benévolo. Ella es nuestra Última Madre”.

Aunque generalmente se utiliza un martillo, cada Accabadòra puede tener su propia técnica, que incluye asfixiar con una almohada o subirse encima de la víctima para envolver sus piernas alrededor del cuello y apretar la garganta hasta cerrarla.

Los últimos registros de Accabadòras en acción documentan misiones de eutanasia en 1929 en Luras y en 1952 en Orgosolo. Sin embargo, una obra de ficción reciente sobre la vida de una Agabbadòra moderna afirma que la antigua práctica todavía existe en las zonas rurales de Cerdeña, donde no hay médicos ni ningún otro tipo de ayuda para quienes sufren.

Foto: Una Accabadòra lista para servir, aunque su martillo es considerablemente más grande que el que usaría una Accabadòra real. Recuadro: Un martillo de una Accabadòra femenina real en un museo de Cerdeña.

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La eutanasia forzada…que bueno que ahora ya hay regulaciones a quien no matarían nada más por qué si ?

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Nos salvamos de la muerte segura…

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