En Japón se cultivan fresas blancas, una rareza agrícola conocida como “Shiroi Ichigo”. A diferencia de lo que podría pensarse, no se trata de frutas inmaduras, sino de fresas completamente desarrolladas cuya piel blanca contrasta con sus semillas rojas.
Entre las variedades más reconocidas se encuentra la “Shiroi Houseki” (Joya Blanca), cuyo precio puede alcanzar los 10 dólares por unidad debido a su exclusividad y complejidad de cultivo.
Estas fresas fueron desarrolladas mediante cruces naturales, resultado de años de investigación y perfeccionamiento por parte de agricultores japoneses. Solo se producen en regiones específicas del país y son consideradas un producto de lujo, especialmente valorado en repostería fina y obsequios de alto nivel.