¡Oh dulcísima Madre María!
En este nuevo amanecer de mayo, mes de tus flores y tus hijos,
nos acercamos a Ti con corazón sencillo,
como los pastores de Belén,
como el niño que confía plenamente en su madre.
Hoy, en el mes de MAYO te ofrecemos
la flor de la obediencia,
esa virtud que tú viviste en silencio
cuando pronunciaste tu fiat
ante el arcángel del Altísimo.
Te rogamos, Madre santa,
enséñanos a decir “sí” a Dios cada día,
a acoger su voluntad sin miedo,
a fiarnos del Padre, incluso en la noche.
Recibe nuestras flores, nuestras oraciones,
nuestros intentos humildes de amor.
Que este día sea para ti un canto
y para nosotros una lección de entrega.
Ruega por nosotros, Madre de la Iglesia,
y guíanos siempre hacia tu Hijo,
camino, verdad y vida.
Amén.