“Lo único que te pido a cambio es que cuando hables conmigo, cuides tus palabras. Que tus palabras sean justas, que sean del tamaño de tus sentimientos, porque si tú me dices no, para mí es no, y si me dices llueve, para mí está lloviendo. Y si me dices amor, para mí es amor”.
Rosario Castellanos (1925-1974)
Escritora mexicana, que creció y tuvo su infancia en Chiapas. fue narradora, poeta y ensayista, al mismo tiempo, impartió cursos universitarios y colaboró en distintas publicaciones periódicas de la época.
La obra de Castellanos reflexiona alrededor de la condición femenina en su mundo, dividido por un dominio masculino en todas las esferas sociales y económicas. Fue una gran defensora de los derechos de la mujer y eso lo aborda en su obra.
Meditación en el umbral
No, no es la solución
tirarse bajo un tren como la Ana de Tolstoy
ni apurar el arsénico de Madame Bovary
ni aguardar en los páramos de Ávila la visita
del ángel con venablo
antes de liarse el manto a la cabeza
y comenzar a actuar.
Ni concluir las leyes geométricas, contando
las vigas de la celda de castigo
como lo hizo Sor Juana. No es la solución
escribir, mientras llegan las visitas,
en la sala de estar de la familia Austen
ni encerrarse en el ático
de alguna residencia de la Nueva Inglaterra
y soñar, con la Biblia de los Dickinson,
debajo de una almohada de soltera.
Debe haber otro modo que no se llame Safo
ni Mesalina ni María Egipciaca
ni Magdalena ni Clemencia Isaura.
Otro modo de ser humano y libre.
Otro modo de ser.
Pertenecía a una familia pudiente que tenía una hacienda por lo que su contacto con los pueblos originarios fue muy cercano y eso se revela en su narrativa sobre la vida rural.
Feminista, se atrevió a escribir sobre la experiencia de la maternidad.
En el filo del gozo
I
Entre la muerte y yo
he erigido tu cuerpo:
que estrelle en ti sus olas funestas sin tocarme
y resbale en espuma
deshecha y humillada.
Cuerpo de amor,
de plenitud, de fiesta,
palabras que los vientos dispersan como pétalos,
campanas delirantes al crepúsculo.
Todo lo que la tierra echa a volar en pájaros,
todo lo que los lagos atesoran de cielo,
más el bosque y la piedra,
y las colmenas.
(Cuajada de cosechas
bailo sobre las eras
mientras el tiempo llora
por sus guadañas rotas.)
Venturosa ciudad amurallada,
ceñida de milagros,
descanso en el recinto
de este cuerpo que empieza
donde termina el mío.
II
Convulsa entre tus brazos, como mar entre rocas,
rompiéndome
en el filo del gozo o mansamente
lamiendo las arenas asoleadas.
(Bajo tu tacto tiemblo
como un arco en tensión palpitante de flechas
y de agudos silbidos inminentes.
Mi sangre se enardece
igual que una jauría
olfateando la presa y el estrago.
Pero bajo tu voz
mi corazón se rinde
en palomas devotas y
sumisas.)
III
Tu sabor se anticipa
entre las uvas
que lentamente
ceden a la lengua
comunicando azúcares
íntimos y selectos.
Tu presencia es el júbilo.
Cuando partes,
arrasas jardines
y transformas la feliz somnolencia de la tórtola,
en una fiera expectación
de galgos.
Y, amor, cuando regresas
el ánimo turbado te presiente
como los ciervos jóvenes la vecindad del agua.
Del libro De la Vigilia Estéril
Rosario Castellanos estudió en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y, más tarde, obtuvo una beca en España para cursar estudios de estética en la Universidad de Madrid (actual Universidad Complutense).
Se dedicó a la docencia en varias Universidades: UNAM, Universidad de Wisconsin, Universidad Estatal de Colorado, Universidad de Indiana y Universidad Hebrea de Jerusalén (ciudad en la que también fue diplomática).
Castellanos siempre se refirió a los derechos sociales y políticos de las mujeres y su postura era en favor de la participación femenina en el mundo público.
Destino
Alguien me hincó sobre este suelo duro.
Alguien dijo: Bebamos de su sangre y hagamos un festín sobre sus huesos.
Y yo me doblegué
como un arbusto
cuando lo acosa y lo tritura el viento,
sin gemir el lamento de Job,
sin desgarrarme
gritando el nombre oculto de Dios, esa blasfemia
que todos escondemos
en el rincón más lóbrego del pecho.
Olvidé mi memoria,
dejé jirones rotos,
esparcidos en el último sitio donde una breve estancia
se creyera dichosa:
allí donde comíamos
en torno de una mesa
el pan de la alegría y los frutos del gozo.
(Era una sola sangre en varios cuerpos
como un vino vertido en muchas copas.)
Pero a veces
el cuerpo se nos quiebra
y el vino se derrama.
Pero a veces la copa reposa para siempre
junto a la gran raíz de un árbol de silencio.
Y hay una sangre sola
moviendo un corazón desorbitado
como aturdido pájaro
que torpe se golpea en muros pertinaces,
que no conoce el cielo,
que no sabe siquiera que hay un ámbito
donde acaso sus alas ensayarían el vuelo.)
Una mujer camina por un camino estéril
rumbo al más desolado y tremendo crepúsculo.
Una mujer se queda tirada como piedra
enmedio de un desierto
o se apaga
o se enfría
como un remoto fuego.
Una mujer se ahoga
lentamente
en un pantano de saliva amarga.
Quien la mira no puede acercarle ni una esponja
con vinagre,
ni un frasco de veneno,
ni un apretado y doloroso puño.
Una mujer se llama soledad.
Se llamará locura.
Del libro: De la Vigilia Estéril
Después de leer EL SEGUNDO SEXO de Simone de Beauvoir, Castellanos afiló su ironía para su estilo narrativo y poético.
Tercera elegía del amado fantasma
I
Como la cera blanda, consumida
por una llama pálida, mis días
se consumen ardiendo en tu recuerdo.
Apenas iluminas el túnel de silencio
y el espanto impreciso
hacia el que paso a paso voy entrando.
Algo vibra en mi ser que aún protesta
contra el alud de olvido
que arrastra en pos de sí a todas las cosas.
¡Ah, si pudiera entonces crecer y levantarme,
alumbrar como lámpara
alimentada de tu vivo aceite
en una hoguera poderosa y clara!
Pero ya nada alcanza a rescatarme de la tristeza inerte que me apaga.
Grandes espacios ciernen finas nieblas entre tu rostro y los que aquí te borran.
Tu voz es casi un eco
y lejos
resplandece tu mirada.
II
Como queriendo sorprender tu ausencia
desnuda, abro las puertas de improviso
y acecho las ventanas entornadas.
Encuentro las estancias desiertas y sombrías
donde el vacío congela sus perfiles
ciñéndose a la línea de tu cuerpo.
Es como una profunda y simple copa
para beber la integridad del llanto.
III
Tal vez no estés aquí dominando mis ojos,
dirigiendo mi sangre, trabajando en mis células,
galvanizando un pulso de tinieblas.
Tal vez no sea mi pecho la cripta que te guarda.
Pero yo no sería si no fuera
este castillo en ruinas que ronda tu fantasma.
Del libro: De la Vigilia Estéril
También levantó su voz en protesta contra la Masacre de la Plaza de Tlatelolco en 1968, durante el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz.
Escribió con todos los géneros literarios y obtuvo importantes reconocimientos entre los que se destacan, Premio Xavier Villaurrutia 1961, Sor Juana Inés de la Cruz y Premio Carlos Trouyet.
Libros publicados:
Trayectoria del polvo (1948),
Apuntes para una declaración de fe (1948),
De la vigilia estéril (1950),
El rescate del mundo (1952),
Presentación al templo (1952),
Poemas (1957),
Al pie de la letra (1959),
Salomé y Judith: poemas dramáticos (1959),
Lívida luz (1960) y
Materia memorable (1960).
Aparte de estos títulos se irían sumando a las nuevas antologías poéticas otros textos publicados en edición póstuma.
De su obra narrativa destacan:
La novela Balún Canán (1957), considerada una de las más destacadas en la literatura latinoamericana dedicada al tema indigenista.
El texto aborda la temática desde el punto de vista de la infancia de una niña hija de un terrateniente y de una niña chiapaneca, quienes conviven en la misma hacienda.
Publicó otras dos novelas:
Oficio de tinieblas (1962)
Rito de tentación (1996).
Los libros de cuentos
Ciudad real (1960),
Los convidados de agosto (1964) y
Álbum de familia (1971).
Fue una destacada ensayista, en especial enfocada en el estudio de la brecha de género con textos como
Sobre cultura femenina (1950),
La novela mexicana contemporánea y su valor testimonial (1960),
Mujer que sabe latín (1973),
El mar y sus pescaditos (1975) y
Declaración de fe.
Reflexiones sobre la situación de la mujer en México (1997).
Esta faceta de su obra sólo fue revalorada después de su muerte, como el resto de sus méritos.
Toda su obra está recopilada en el libro «Poesía no eres tú».