En el crudo y terrible invierno de 1943, los nazis se afanaban por convertir la capital del Reich, Berlín, en una zona libre de judíos, o Judenfrei. Uno de sus escondites, según sospechaban, era el hogar de una condesa alemana.
En una redada en el apartamento de Maria von Maltzan, un oficial nazi preguntó si había alguien escondido en el sofá.
Con una calma pasmosa, respondió que no, pero que si lo quería comprobar disparando al sofá, que lo hiciera, y añadió: pero antes quiero un papel escrito y firmado por usted en el que se comprometa a pagar por la nueva tela y las reparaciones de los agujeros que usted haga en él.
Tras unos segundos, el oficial desistió y se marchó. En aquel sofá estaba escondido el amor de su vida. Un coraje que le valió ser una de las mujeres más valientes de la Segunda Guerra Mundial. Pero aquella valentía le dejaría secuelas el resto de su vida.
Maria Helene Françoise Izabel von Maltzan nació el 25 de marzo de 1909 en Silesia, en el seno de una familia aristocrática alemana.
Tras estudiar en escuelas de Militsch, y contraviniendo los deseos de su madre, Maria se dispuso a estudiar veterinaria. En el Instituto de Ciencias Naturales de Berlín obtuvo el doctorado.
Cuando en 1933 los nazis alcanzaron el poder, Maria hacía tiempo que era consciente del peligro que Hitler supondría para su país. Había leído la autobiografía del Führer, el Mein Kampf, con un espíritu crítico.
En su calidad de condesa, estuvo en estrecha relación con los nazis de Berlín obteniendo información que sería de utilidad en sus colaboraciones con grupos de la resistencia.
Los judíos sabían que el apartamento de Maria estaba abierto a todo aquel que necesitara esconderse de los nazis. Uno de los judíos a los que protegió, Hans Hirschel, se convertiría con el tiempo en su marido.
Cuando la condesa se quedó viuda en 1975, tenía 66 años y decidió redirigir su vida. Abrió un centro veterinario en Berlín que se hizo famoso por asistir de manera gratuita a todos los animales que lo necesitaban.
En 1986 escribió sus memorias para que nadie olvidara el horror vivido. Un año después era nombrada Justa entre las Naciones. Falleció en 1997.