Cuando alguien murió, se lo dijeron a las abejas, porque si no lo hacías, podrían irse o morir de corazón roto también.

Cuando alguien murió, se lo dijeron a las abejas, porque si no lo hacías, podrían irse o morir de corazón roto también.

En los silenciosos rincones de la vida rural, una vieja tradición una vez zumbaba suavemente bajo la superficie—contando a las abejas. Era una costumbre arraigada en el respeto, el misterio y una conexión casi mágica entre los humanos y la naturaleza. Los apicultores de los siglos XVIII y XIX Europa y América creían que las abejas no eran solo insectos, eran miembros de la familia, mensajeros entre este mundo y el siguiente. Y como cualquier miembro de la familia, merecían que les dijeran cuando sucedió algo significativo.

Cuando un ser querido moría, se casaba, o incluso cuando nació un niño, el jefe de familia (o más a menudo, la “buena esposa”) caminaba solemnemente hacia la colmena, golpeaba suavemente y susurraba la noticia. Dirían el nombre de la persona que había fallecido o se había casado, e incluso cubrían las colmenas con un paño negro durante el luto. ¿Por qué? Porque la leyenda advirtió que si no se contaba a las abejas, podrían enfermar, dejar de producir miel, abandonar la colmena—o peor, morir.

Esto no era solo folclore; reflejaba una poderosa creencia de que las abejas podían sentir alegría y tristeza, que necesitaban ser incluidas en la vida de la familia. La práctica probablemente encuentra sus raíces en la mitología celta, donde las abejas eran vistos como mensajeras espirituales, capaces de viajar entre los mundos de los vivos y los muertos. Ver una abeja después de que alguien falleciera fue interpretado como el alma en vuelo.

Algunos apicultores incluso compartieron pastel de bodas o vino con sus abejas, invitándolos a celebrarlo. Era una relación mutua, si los respetabas, te bendijeron con dulce miel y una próspera colmena.

En un mundo que está creciendo más fuerte y más desconectado de la naturaleza, la tradición de “decir a las abejas” es un hermoso recordatorio de la silenciosa reverencia que nuestros antepasados tenían por el mundo natural. No solo cultivaban la tierra o mantuvieron animales, se comunicaban con ellos. Y a cambio, creyeron que esas criaturas guardaban los secretos de la vida, la muerte, y todo lo demás.

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Muy interesante…Gracias por compartir :kissing_heart:

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Tradiciones Celtas…

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Que cuirioso que fue tradicion en Europa y America

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