«El viejo pasa y mira la vidriera todos los días, no sé porque lo asociamos a alguna cuestión con un libro y con que no le alcanza la plata para comprarlo o con que veía algún libro para algún nieto y estaria esperando su cumpla para llevarlo.
Desde el café del frente veíamos todo, se volvió durante mucho tiempo el tema de nuestros debates; los café son los lugares ideales para que zurdos, derechos, radicales y peronismo puedan debatir sobre cosas que en la realidad no pueden o no quieren cambiar.
Había una historia en ese pararse frente la vidriera y era necesario ir por ella…
El mozo un día mientras chárlabamos sobre el viejo que nos estaba dando una razón de existir, nos contó
“Vive en la esquina de casa, era hachero vivió toda la vida en el campo, se enfermo y un diputado le consiguió una jubilación y ahí está solo, en las tardes se sienta en la vereda en una banco bajito, pava mates yerba y azúcar y ahí está viviendo o sobreviviendo pero ahí está…”
Ya estaba, eran muchos los datos, esa mañana cuando lo ví me cruce y me le pare al lado… Saludos de rigor y pregunta directa
Qué libro busca, Abuelo?
aaaa se rió, la cara áspera, las manos aún más y la voz de tabaco
“No, no busco nada, yo no sé leer, me gusta ver las figuras y los colores, eso nada más”
Saludó y siguió…
En la mesa del café empezamos a charlar sobre qué hacer, en realidad se pusieron a debatir sobre la justicia social y la educación y esto y lo otro y que Peron y Lenin, Hirigoyen y Adán y Eva y el señor Jesucristo, este y el otro, pero la cuestión es que en concreto nada se podía hacer…
El mozo un día me dijo que había una maestra que llevaba a los viejos al salón de la iglesia para enseñarles a leer… Alla fui y ella lo fue a buscar al viejo…
Y pasó un tiempo y nosotros seguimos en el café haciendo la nada misma y el viejo pasando y parando a mirar en la librería…
Y un día…
Un día
El viejo entró y al rato lo vimos salir con un paquetito en la mano y una sonrisa de viejo en la cara, una sonrisa de esas que son fruto de un logro…»
