En este tiempo de Adviento, levantamos la mirada con esperanza porque Dios que se hace Hombre ya se acerca.
Cada día nos invita a preparar el corazón, a dejar atrás lo que nos aleja de Él
y a renovar nuestra fe con sencillez.
La cercanía de Jesús nos recuerda que no estamos solos: el mismo Señor que creó el universo quiso caminar entre nosotros para iluminarnos y sostenernos.
Que este tiempo santo despierte en nosotros un profundo deseo de conversión,
de oración sincera y de caridad viva.
Abramos nuestras vidas para recibir al Emmanuel,
al Dios-con-nosotros, que viene a llenarlo todo con su ternura y su gracia.








