El hallazgo se produjo en el poblado de Ba'ja, donde vivieron agricultores y pastores entre el 7400 y el 6800 a.C.

Un grupo de arqueólogos que en 2018 excavaban un enterramiento en el sur de Jordania hicieron un hallazgo extraordinario: miles de cuentas de ámbar, turquesa, conchas marinas y otros materiales, junto con un anillo de nácar con un grabado elaborado y un colgante de hematites.

El hallazgo se produjo en el poblado de Ba’ja, donde vivieron agricultores y pastores entre el 7400 y el 6800 a.C. Los arqueólogos llevan trabajando allí desde 1997 con la esperanza de conocer mejor a sus habitantes neolíticos, incluidas sus estructuras sociales, artesanía y arquitectura.

Ahora, tras cinco años de estudio, los investigadores no sólo han reconstruido las cuentas en su forma original (un collar de varios soportes), sino que también han llegado a comprender mejor a quién pertenecía: una niña (o niño) de 8 años que portaba la intrincada joya formada por más de 2500 cuentas. Un equipo internacional dirigido por la arqueóloga sirio-francesa Hala Alarashi acaba de publicar en la revista Plos One su análisis del collar, que ahora se expone en el Museo de Petra (Jordania).

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Por qué es extraordinario el collar jordano

Los arqueólogos han hallado otros adornos corporales en las antiguas tumbas de niños y adultos en Ba’ja y otros yacimientos de Oriente Próximo, como Siria y Turquía. Pero Alarashi dice que nunca había encontrado uno tan elaborado y complejo. Los distintos tipos de cuentas (tubulares, planas o en forma de disco) son casi idénticos en tamaño y forma, lo que sugiere que una persona o un grupo de personas altamente cualificadas utilizaron herramientas especializadas para crearlas, afirma.

Algunas de las cuentas están hechas con materiales locales, mientras que otras proceden de lugares lejanos, como las conchas del Mar Rojo, a unos 100 km al sur, y la turquesa, probablemente de la península del Sinaí, a 240 km. Y puesto que la comunidad de Ba’ja habitaba en un lugar remoto y escarpado en las montañas cercanas a Petra, esto plantea interrogantes sobre cómo y por qué el grupo habría obtenido tales materiales, dice Alarashi, que está afiliada al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y a la Universidad de la Costa Azul (Francia). “Es un misterio”, afirma. “A pesar de su aislamiento geográfico y topográfico, están muy bien conectados”.

Las cuentas también presentan otros enigmas. Por ejemplo, algunas parecen recién hechas en el momento del enterramiento, mientras que otras ya estaban muy desgastadas. “Estas diferencias significan algo, pero aún no sabemos qué”, dice Alarashi. “¿Quién le dio las cuentas usadas a este niño? Tal vez, con motivo de la muerte, el mayor de este niño dio o participó en la creación del collar dando sus propias cuentas viejas. O tal vez le dieron las cuentas a la niña al nacer”.

A partir del collar y de la complejidad de la propia estructura del enterramiento, los arqueólogos determinaron que el niño (de sexo indeterminado) gozaba de un alto estatus social dentro de su comunidad. El entierro fue probablemente un momento “muy importante y emotivo” para el grupo, que también pudo haber facilitado un periodo de reconciliación o negociación entre los miembros de la comunidad, dice Alarashi. “Estas ocasiones de profundo dolor o momentos de profundo respeto, es el momento perfecto para resolver cualquier tensión o conflicto”, dice. “Creemos que el collar y el entierro desempeñaban un papel adicional en este sentido”.

Dado que las joyas solían estar hechas de materiales perecederos como madera, semillas, cuero o fibras vegetales que se degradan con el tiempo (y dado que el tiempo y los recursos son limitados en las excavaciones), los arqueólogos apenas están empezando a comprender el significado y la prevalencia de los adornos corporales entre las sociedades neolíticas y anteriores (las joyas más antiguas que se conocen, desenterradas en la cueva Bizmoune de Marruecos entre 2014 y 2017, tienen unos 150 000 años de antigüedad).

Pero, en el futuro, Alarashi espera poder aprender aún más sobre las sociedades prehistóricas comparando la joyería entre yacimientos y periodos. “Las cuentas son un sistema de comunicación”, afirma. “Especialmente en las sociedades preliterarias, la gente se comunicaba a través de figuras, tipos, formas, colores y combinaciones. Son algo más que mera decoración: también aportan información sobre la gente, su identidad y sus creencias”.

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