Exploté de placer con sus dedos

Tus dedos caminan por las veredas de mi piel. Siento la caricia de tus huellas digitales explorar cada milímetro de piel desnuda dispuesta por completo a tus placeres.

Me besas la frente, las mejillas, el cuello. Tu lengua humedece el lóbulo de mi oreja y yo siento un escalofrío que me estremece de cabeza a pies. Tu mano aprieta mi seno.

Llevas mi seno a tus labios. Me lames la areola antes de devorar el pezón, como si fuera la cereza en una bola de nieve. Siento tu boca tibia y jadeo. Tus dedos me recorren el abdomen, caminando despacio cada milímetro hacia el sur.

Cuando llegas al pubis te deseo tanto. Mi sexo se humedece, separo los muslos, te despejo el camino. Mis labios te esperan abiertos y hambrientos. Tus dedos caminan, sin que tu boca deje de comerse mis senos, tus manos encuentran la brecha, tus dedos propagan la humedad lubricante que mi sexo produce, me encuentras el clítoris endurecido y, cuando lo tocas, un gemido se me escapa del alma.

Mueves el índice un poco y me contorsiono poniéndote el ritmo. Rápidamente, una lava placentera me inunda las venas. Mariposas de placer me explotan en el sexo y vuelan como ráfaga por mi espina dorsal llevando un orgasmo largo y perfecto a cada molécula de mi cuerpo.

—¡Cógeme! —te exijo.

Como cada vez, me haces el amor a tu ritmo. Despacio primero, poniéndome poco a poco tan caliente, que llega el momento en que no puedo menos que suplicarte que me la metas.

Hacemos el amor. Se pasa la hora y mucho más de eso. Cogimos tan rico que casi lamento tener que irme. Así es este negocio. Espero de verdad que llames pronto de nuevo.

INFIDELIDAD Y SEXO

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