NO QUISO JESÚS ESTAR NI UN SOLO DÍA LEJOS DE NOSOTROS, POR ESO SE QUEDÓ EN LA EUCARISTÍA
Jesús, que amó hasta el extremo
, no soportó la idea de dejarnos solos en el camino.
Sabía que nuestras fuerzas flaquearían, que habría días grises, noches de dolor, momentos de pérdida y de cruz.
Por eso, antes de ir al Padre,
instituyó la Eucaristía: su presencia real, viva y palpitante,
en cada altar del mundo.
No quiso Jesús estar ni un solo día lejos de nosotros,
por eso se quedó en la Eucaristía.
En ese pedacito de pan consagrado está el Rey del Universo,
el mismo que sanaba enfermos, perdonaba pecados y miraba con ternura.
¡Qué amor tan grande!
¡Qué misericordia tan infinita!
Cada Misa, cada Sagrario,
es testimonio de su promesa:
“Estoy con ustedes todos los días”.
Y así, callado, oculto, pero verdadero… Jesús permanece con nosotros.