"No seas iluso, Jesús no murió por tus pecados. Este pensamiento es muy cómodo, además de tonto, ya que te libera de toda la responsabilidad por los errores que cometas; querido hermano, es un absurdo.
A Jesús lo mataron por ser libre, por predicar con amor, por usar el poder de su mente, por expresar sus pensamientos, por manifestar las cosas, por sanar, por insistir en respetar a la mujer, cuidar la naturaleza y por ser un revolucionario. Afirmaba que la casa de Dios está en todas partes y que el amor y el respeto al prójimo, como a ti mismo, son lo principal.
Jesús era un ser altamente evolucionado. Pensaron que todo se acabaría con la muerte física de Jesús, pero no imaginaron el alcance de sus mensajes. Hasta el día de hoy nos manipulan culpándonos de su muerte y diciendo que fue un sacrificio por nosotros. Utilizan su imagen destrozada para crear miedo, culpa, dolor y sufrimiento. Nadie muere por lo que llamamos pecados ajenos. A Jesús lo mataron porque le tenían miedo, al igual que a todos los grandes maestros y defensores de la Tierra que han muerto. La oscuridad le teme a la verdad y al amor.
Cuando Jesús vino, fue un revolucionario que pensaba diferente al resto. No obedecía al sistema, desafió el sistema de la época y las leyes mosaicas. Expuso que la iglesia era una guarida de ladrones y que los dirigentes políticos y eclesiásticos (sacerdotes, escribas y fariseos en aquella época) eran insensatos y guías ciegos. Enseñó que el poder de la fe era interior, que el reino de Dios está dentro y que todo lo que él hacía, nosotros lo podíamos hacer también.
La misma élite esclavizante que lo crucificó lo convirtió en el más grande mensajero de Dios y cabeza de una iglesia trescientos años después, por los mismos intereses de dominio y manipulación. Tergiversaron su mensaje a conveniencia del poder político y religioso de siempre, y hasta nuestros días. Él sabía que eso pasaría, por eso enseñó: ‘Busquen la verdad y la verdad los hará libres, más no siervos.’
Jesús recibió la crucifixión con entrega y amor, el esperaba. Pudo haberse ido, pero no lo hizo. Pudo haber detenido el proceso en cualquier momento. Tenía ese poder, pero no lo hizo. Se permitió a sí mismo ser crucificado para que entendiéramos que en los momentos más duros y difíciles se puede seguir amando, se puede perdonar el fue el ejemplo vivo de su enseñanza. Jesús dijo: ‘Miren lo que puedo hacer. Lo que es verdadero y sepan que estas cosas y más ustedes también harán.’ Jesús dijo que ustedes son Dioses; sin embargo, no lo creen. Si no pueden creer en ustedes mismos, crean en él. Tanta era la compasión de Jesús que rogó por una forma y creó una nueva forma de impactar al mundo para que todos pudieran venir al cielo. La verdadera salvación, dijo, es la autorrealización. Jesús venció a la miseria y a la muerte. Y nos enseñó que nosotros podríamos también.
La más grande enseñanza de Cristo no fue que tendremos vida eterna, sino que ya la tenemos. Jesús nos enseñó no que tendremos una unión con Dios, sino que ya la tenemos. Jesús nos enseñó que nosotros somos los creadores de nuestra realidad y la vida puede ser de otra manera para nosotros, más allá de la forma en que pensamos. Mataron a Jesús por miedo y porque las promesas de Dios son demasiado buenas para ser verdad. No podemos aceptar la más grande verdad. Así que debemos reducirnos a nosotros mismos a una espiritualidad que enseña miedo, dependencia e intolerancia en lugar de Amor, poder y aceptación. Estamos llenos de miedo y nuestro más grande miedo es que la más grande promesa sea la más grande mentira de la vida.
Jesús fue crucificado por ser un revolucionario que desafió el sistema, predicó el amor, dio importancia al poder de la mente y abogó por el respeto a la mujer y la naturaleza. Jesús enseñó que la casa de Dios está en todas partes y destacó la importancia del amor y el respeto al prójimo como principios fundamentales. Nos enseñó que todos somos UNO.
Por que seguir manipulando la imagen de Jesús para crear miedo, culpa y sufrimiento, despapemos la venda de nuestros ojos y reconozcamos realmente quién fue y que quiso enseñar, libertad no culto, empoderamiento no sumisión, acción y no tanta predicación.
JESUS EL CRISTO ES UNA CONCIENCIA DE UNIDAD
