Parece que por fin se hizo justicia con los verdaderos dueños de la tierra....!!!!

MODESTO INACAYAL (1833-1888):

El último de los grandes tehuelches - Ahoniken

Su otra historia…lo que nadie contó…: El cacique “fantasma”

Sin duda, fue uno de los caciques patagónicos más famosos y amigo de varias personalidades.

Todos sabemos que de acuerdo a lo que vemos en las películas de terror, “no conviene” tener un cementerio indígena en el sótano de la casa porque pueden pasar cosas… digamos raras…

El museo no lo tiene, pero sí hay material para armar unos cuantos…

Las historias de apariciones se relacionan con las catacumbas del edificio, con los indios que allí vivieron y murieron y con una figura enigmática: el Cacique Inacayal.

La vida de este cacique tehuelche Modesto Inacayal está llena de misterios. Pero también lo está su muerte.

Nació en 1835, en la Patagonia, y murió el 24-9-1888, en “algún lugar” del museo.

Resistió durante años la Campaña del Desierto y la ofensiva militar del General Roca (sí, el mismo que le amargó la vida a Don Dardo Rocha…) hasta que se entregó en 1884.

Fue tomado prisionero con otros caciques y encerrado en la cárcel de la Isla Martín García.

Dicen que el Perito Moreno se apiado de él y en retribución a la hospitalidad recibida de Inacayal durante sus viajes por la Patagonia, lo trajo al museo junto con su esposa , una hija y otros caciques.

¿Cómo murió?

Según algunos, como portero del Museo

Según otros, murió siendo portero y prisionero ya que de noche los encerraban a todos en los sótanos en condiciones infrahumanas y de día cumplían funciones domésticas.

Y según otros terminó su vida siendo “otra cosa muerta en exhibición ”en una vitrina del museo, aunque antes fue portero y prisionero…

Pero un año antes de su muerte, los otros indios empezaron a morir en cadena y en forma extraña …entre ellos su mujer y su pequeña hija.

Sus esqueletos fueron descarnados y puestos en exposición en vitrinas…

Ya se lo que están pensando …para nosotros parece terrible e increíble, pero eran las prácticas de los científicos del SXIX: los restos de los primitivos se estudiaban y luego se ponían en exhibición en la sala de Antropología Física. No había diferencias entre pelar los huesos de los indios del Museo y desenterrar algunos del Paleolítico. Ambos representaban” estados de evolución anteriores”, y ambos podían ponerse en exhibición en un museo. No había nada “malo” en ello. (SIN COMENTARIOS…)

Inacayal vio todo esto y sabía que corría el mismo destino. La tristeza le había quitado las ganas vivir . Dicen que se pasaba horas mirando los restos de su mujer, exhibida en una vitrina junto a otros esqueletos.

Parece que “presintió” su muerte…

Cuentan que bajó corriendo las escaleras de la entrada, se arrancó la ropa de “blanco invasor” que le hacían poner de “prepo”, dejó su torso desnudo, hizo un saludo ritual al sol, otro larguísimo hacia el sur, dijo oraciones en palabras desconocidas…y quedó de rodillas hasta el crepúsculo …horas después murió…

De inmediato su esqueleto fue descarnado y expuesto al público…

Los huesos de Inacayal estuvieron en exhibición hasta la década de 1940.

Después de reclamar por mas de 50 años, la comunidad tehuelche logró en 1994 que sus huesos volvieran a su tierra, donde fueron enterrados siguiendo los rituales indígenas.

Pero…en el 2006 en los depósitos del museo se encontraron el cuero cabelludo, el cerebro y el corazón del cacique…

Sus descendientes armaron un lío…(por decirlo elegantemente…)ya que según sus creencias, su alma no descansará en paz hasta que todos sus restos estén enterrados…

También desde el 2006, trabaja en el Museo el Grupo Universitario de Investigación en Antropología Social (GUIAS) cuyo objetivo es identificar y devolver piezas humanas pertenecientes a pueblos originarios de Argentina y Sudamérica., quienes están tratando de verificar si uno de los esqueletos pequeños hallados pertenece a la hijita de Inacayal…

A partir de esta tarea, este grupo logró reglamentar que para estudiar los restos humanos identificados y pertenecientes a pueblos indígenas se debe contar con el expreso consentimiento de las comunidades interesadas o restituirlos llegado el caso.

Parece que por fin se hizo justicia con los verdaderos dueños de la tierra…!!!

Lo que les conté son los hechos…

Ahora les cuento los”otros hechos”…

Me contaron que desde que murió el cacique y aun hoy… pasan “cosas” en el subsuelo del museo que es donde actualmente se encuentran los laboratorios y es donde antiguamente vivían los indios prisioneros…

Se escuchan portazos, “alguien” golpea la puerta y no hay nadie… los cajones de los escritorios se desordenan solos…los investigadores sienten que les tocan la espalda…o que los persiguen por los pasillos…

Uno de los casos más famosos es cuando una vez que no había nadie en el museo, “ese alguien” trabó el picaporte de la puerta de un laboratorio dejando encerrado por horas!!!a un grupo de investigadores…que finalmente fue rescatado por el sereno que se dio cuenta que la gente había “desaparecido”.Dicen que “ los científicos” estaban con un ataque de Pánico!!!

También cuentan que el verdadero show empieza a la noche… que es cuando se escuchan jadeos y voces que hablan en lenguas desconocidas…Dicen que muchos serenos no aguantaron y renunciaron…

La tradición tehuelche manda que sus muertos deben ser enterrados como si estuvieran en el seno materno, rodeados de los objetos que pudieran necesitar al renacer en otro lugar.

Muy lejos de este ritual, el cuerpo del cacique Inacayal fue tratado como una vaca…

Por mas de 120 años su cadáver y su alma no descansaron ni descansarán esperando su renacimiento tehuelche, que no sucederá hasta que todos sus restos descansen junto con lo de su pequeña hija de acuerdo a sus rituales ancestrales…

No es extraño entonces que su espíritu deambule por los pasillos de su prisión y su tumba: el Museo de La Plata…

Data : lpsuotrahistoria.blogspot.com.ar

HISTORIA BAJO CERO: CACIQUE INACAYAL :

No hay documento preciso sobre lugar y fecha de nacimiento: un autor entrega 1824 (Hux) y otro “hacia 1830 o aun antes” (Vignati) sin precisar lugar, pero todo apunta al Chubut, actual zona de Tecka, para el cacique Ina Ca Yal, Inakayal o Inacayal, esta última la más usada y la segunda araucanizada según otro autor. Milcíades Alejo Vignati lo cita como Inakayal, atribuyendo a Tomás Harrington por dato del hijo Andrés (Boquete Nahuelpan, 1936) que el padre fue “Wincawal” (en otra escritura, Huincahual) y Lehmann Nitsche opinó que “Inacayal es de sangre mezclada; el padre era Gennaken (Puelche, Pampa), la madre araucana. Difiere también de la atribuida por Cox que lo supone Pehuenche y Gününa y de la consignada por Moreno para quien era Huilliche” (Vignati, “Iconografía”, 1942). Pero este mismo autor expresa que la madre “era Gününa Küne” y que los hijos fueron Trrolong, Utrrak, Sákak, Millaleufú y Marihueque y primo hermano del cacique Chagallo y “para la gente Gününa Küne la región ambulatoria preferida era el noroeste del Chubut y sudeste de Río Negro”. Referido a la esposa de Inacayal se expresa: “Tenía más de la gracia majestuosa de la mujer formada i de la madre de familia… la cara ovalada, la tez cobriza, i dos grandes ojos de gacela de una dulzura expresiva, tipo supremo de la belleza entre los árabes. Su fisonomía franca i abierta era mui graciosa” (sic).

Hasta el momento ignoramos cómo fue ungido cacique tehuelche -casi con seguridad por herencia paterna- pero siempre anduvo cerca de Sayhueque y Foyel formando parte de sus toldos, en general no maloneros ni violentos salvo las peleas entre sí, producto de borracheras. Parece que su aparición pública fue por 1863 en Carmen de Patagones, con motivo de una reunión de caciques para un tratado de paz con participación del comandante del fuerte Julián Murga, tratativas que formalizara con su padre. En carta a Mitre de aquel año manifestaría: “Soy comisionado por mi padre, el cacique Huincaval, para realizar tratados de paz”. “Sabía hablar bien el castellano. No sabía escribir, pero siempre tenía un escribiente a sueldo. Al firmarse el tratado, firmó ‘a su ruego’, Juan Iribarne”. En 1872 Inacayal firmó nuevo tratado de paz con el comandante de Patagones coronel Liborio Bernal, funcionando los racionamientos, correspondiéndole al cacique trescientas yeguas. Por aquel año tenía los toldos en Tekel Malal cerca del Nahuel Huapi y según “censo de 1877 se asignaron a Inacayal mil quinientos indios y a Sayhueque nueve mil”. Tenía contacto epistolar y personal con el gobernador Álvaro Barros y los coroneles Villegas y Bernal. Los militares buscaban el sometimiento total y, si bien eran “tehuelches mansos”, siempre anidaba algún encono en ambas partes.

A comienzos de 1863 recibiría en sus toldos cercanos al Limay una visita muy especial: la del explorador chileno Guillermo E. Cox, que pretendiendo llegar a Carmen de Patagones había naufragado en dicho río convirtiéndose en uno de los personajes aborígenes que citó repetidamente en el libro que luego escribió. En parte del mismo dice Cox que vivía “en los últimos toldos, los más distantes del río, en uno Inacayal y sus dos mujeres”, y trazando una semblanza del cacique tehuelche expresaría: “Inacayal me agradó al momento, tiene el ademán franco y abierto, la cara inteligente y sabe algo de castellano; de cuerpo rechoncho pero bien proporcionado. Le dije que había sentido mucho no haberle visto en mi primer pasaje por las orillas del Quemquemtreu; que lo que había oído hablar de él me había inspirado mayor deseo de conocerle y tenía la esperanza de que me llevaría consigo hasta Patagónica (Carmen de Patagones). Me contestó que lo haría con mucho gusto, porque podía servirle en calidad de secretario en sus negociaciones con el comandante de Patagónica y diciendo esto mandó que le trajeran las cartas que había recibido de ese pueblo”. La carta era del coronel Murga, comandante del fuerte maragato, quien lo invitaba a visitarlo. Cox pasó varias semanas con Inacayal; conoció y compartió sus hábitos, por ejemplo su destreza en el manejo de boleadoras y “gustaba ver al amigo -así lo cita- montado en su caballo overo, con freno guarnecido de plata, con grandes copas y estribos del mismo metal; las piernas forradas de sumeles nuevos, el pie armado de grandes espuelas de plata, chiripá de paño fino y una chaqueta de oficial de caballería argentino que le había regalado el Gobierno del Plata”. Por intrigas aborígenes el viaje al Carmen no se concretó y Cox rápidamente tuvo que regresar a Chile por distinto paso.

Otro hecho singular reservaría a Inacayal un lugar significativo en el libro de primera edición inglesa, producto del viaje del explorador inglés George Chaworth Musters que en su largo viaje de Punta Arenas (Chile) a Carmen de Patagones, acompañado por varios caciques y aborígenes, lo visitó en su reducto (marzo de 1870) antes de visitar a Sayhueque (Cheoeque escribió). Estaba en la margen derecha del Limay, cerca de un “paso”. Río por medio, “frente mismo a nuestro puesto, estaba situada la toldería de algunos indios de Inacayal y se veían vacas, ovejas y muchos caballos pastando en los campos adyacentes”. Luego de cruzar el Limay fueron recibidos amistosamente por Inacayal, obsequiados con manzanas “y en seguida trajeron unas cuantas vacas y yeguas que fueron sacrificadas para calmar las ansias de nuestra hambre”, expresaría Musters en su libro, probando nuevamente el trato cordial que Inacayal prodigaba a quienes lo visitaban aun sin pertenecer a su etnia.

Otros destacados testimonios escritos sobre Inacayal nos legó Francisco P. Moreno, que lo conoció en sus incursiones patagónicas y “cuyo hijo, Utrac, había vivido conmigo en Buenos Aires”. Sin dudas hubo mucha amistad entre ambos y Moreno lo recordó con afecto en sus escritos. En uno de sus viajes al hoy Chubut, estando en los toldos de Tecka, “la bandera que había regalado en años anteriores a Utrac flameaba sobre el toldo de Inacayal”. Omitimos relatar pormenores del encuentro armado entre tehuelches y tropas del ejército en Apeleg, con la participación de Inacayal. “En cuanto a la participación de los tehuelches en esta batalla, ella fue circunstancial. La actitud de los tehuelches nunca fue de rebeldía o desacatamiento hacia las autoridades sino que siempre se mostraron hospitalarios y pacíficos… en Apeleg los tehuelches entraron en pelea por causas fortuitas”. Acosado y en retirada, terminó entregándose al ejército en Junín de los Andes junto a Sayhueque, Foyel y otros caciques el primero de enero de 1885. Fue trasladado a Buenos Aires en el “Villarino” y luego a los talleres navales de Tigre, de donde lo rescató Moreno llevándolo a “su” museo en La Plata, donde vivió en libertad hasta que llegó su fin el 24 de setiembre de 1888. Eso lo describió Clemente Onelli así: “Vivía libre en el Museo de La Plata… Y un día, sostenido por dos indios, apareció Inacayal allá arriba, en la escalera monumental; se arrancó la ropa, la del invasor de su patria, desnudó su torso… hizo un ademán al sol y otro larguísimo hacia el Sur, habló palabras desconocidas… Esa misma noche Inacayal moría”.

La ley nacional 23.940 dispuso la devolución de los restos de Inacayal que fueron trasladados y depositados en una construcción especial en Tecka el 19 de abril de 1994, con destacada ceremonia. Un vapor -transporte de río construido en Inglaterra- se llamó “Inacayal”. Estuvo navegando por el río Negro, con base en Carmen de Patagones, entre los años 1902 y 1911, integrando la Escuadrilla del Río Negro.

rionegro.com.ar

Data : HÉCTOR PÉREZ MORANDO

Periodista. Investigador de historia patagónica .

Su Historia :

El cacique Modesto Inacayal fue uno de los últimos líderes de los pueblos originarios patagónicos en resistir la autodenominada Conquista del Desierto que, como se sabe, no fue otra cosa que un genocidio contra los indígenas impulsado por el general Julio Argentino Roca. Una vez apresado junto a miembros de su comunidad, Inacayal sufrió varios traslados y terminó siendo confinado a la isla Martín García, donde padeció –al igual que sus hombres– torturas y humillaciones. De allí lo rescató el perito Francisco Moreno, que lo había conocido en uno de sus viajes al sur, y pidió que lo llevaran, junto a su familia (eran más o menos veinte integrantes) al Museo de Ciencias Naturales de La Plata, que Moreno dirigía. Pero ese “rescate” fue un eufemismo, porque una vez instalada en el museo, la familia fue obligada a trabajar en distintas áreas (desde la construcción a la limpieza), y sus miembros comenzaron a ser motivo de estudios antropológicos, mientras sus fotografías eran exhibidas como si se trataran de objetos antes que personas. Y algo peor aun: a medida que los integrantes de la familia de Inacayal iban muriendo, sus cuerpos eran descarnados y sus esqueletos eran exhibidos en las vitrinas del museo. De modo que el cacique “convivió” muchos años con los restos de sus familiares.

Hijo del cacique Huincahual, nació en el norte Patagonia y su nombre de origen Gününa-Küne (tehuelche del norte) (ina: del verbo seguir; ka: otro, otra; yal: prole), según algunos autores como Harrington era Chulila Küne por parte de padre y Gününa Jüne por parte de madre, para otros tanto su padre como madre eran Gününa Küne (vulgarmente denominados Tehuelches del norte), para Francisco Pascasio Moreno era de origen Huilliche.

Era un Cacique Tehuelche muy prestigioso, que participaba en los parlamentos del Cacique Valentín Saihueque (1830-1903) y fue uno de los últimos caciques en resistir, junto con mas de 3500 hombres, la llamada conquista del desierto del ejército del Gral Roca. Ambos tuvieron que emprender la retirada, trasladando sus tolderías que acampaba cerca de la naciente del Río Limay en el lago Nahuel Huapi, hacia el Chubut donde resistieron durante tres años la persecución militar argentina.

Finalmente Inacayal se entregó en 1884 en el fuerte de Junín de los Andes, junto a sus últimos caciques aliados, lanceros y chusma.

Fue hecho prisionero y sometido a malos tratos, hasta que Francisco P. Moreno, quién le debía muchos favores por su hospitalidad durante los viajes del perito a la región patagónica, intercede y logra su liberación, llevandolo a vivir junto al cacique Foyel y su familia al Museo de Ciencias Naturales de La Plata donde fallece el 24 de septiembre de 1888.

Sus restos recién pudieron ser inhumados en Tecka* en la Provincia del Chubut en el año 1994.

Guillermo Cox escribió:

“Inacayal me agradó al momento, tiene el ademán franco y abierto, la cara inteligente y sabe algo de castellano, de cuerpo rechoncho pero bien proporcionado”

Clemente Onelli escribió:

“Un día, cuando el sol poniente teñía de púrpura el majestuoso propileo de aquel edificio (…), sostenido por dos indios, apareció Inacayal allá arriba, en la escalera monumental; se arrancó la ropa, la del invasor de su patria, desnudó su torso dorado como metal corintio, hizo un ademán al sol, otro larguísimo hacia el sur; habló palabras desconocidas y, en el crepúsculo, la sombra agobiada de ese viejo señor de la tierra se desvaneció como la rápida evocación de un mundo. Esa misma noche, Inacayal moría, quizás contento de que el vencedor le hubiese permitido saludar al sol de su patria”

*La localidad de Tecka, donde se encuentra el mausoleo del Cacique Inacayal, es una pequeña población ubicada en el noroeste de la Provincia del Chubut, sobre la célebre Ruta Nacional 40, en plena estepa patagónica.

“El cacique que regresa a su territorio”

Inacayal cayó preso en la Campaña al Desierto y tras su muerte fue exhibido en el Museo de Ciencias Naturales de La Plata. Ahora será enviado a una comunidad de Chubut que lo reclamaba.

Los últimos restos de Inacayal (Modesto Antonio, como lo llamaron los blancos) que estaban expuestos en el Museo de Ciencias Naturales de La Plata regresarán mañana al oeste de Chubut, 129 años después del viaje del lonko (jefe) mapuche a la capital de la provincia de Buenos Aires, prisionero del Ejército argentino. Se trata de un operativo histórico, culminación de un proceso iniciado en el año 2006 por el entonces presidente Néstor Kirchner, que impulsó la restitución de restos mortales de indígenas exhibidos como piezas de museo a las comunidades que los reclamen.

Inacayal era hijo de padres de distintas etnias, tehuelches y mapuches. Fue uno de los últimos jefes de pueblos originarios en resistir la campaña militar a la Patagonia comandada por el general Julio A. Roca. En 1885 acordó un parlamento con el general Conrado Villegas, que lo traicionó y ordenó emboscarlo y apresarlo la noche anterior a la del encuentro. En lugar de trasladar al grupo –de unas 20 personas– a alguno de los fortines en donde concentraban a los prisioneros, a solicitud del perito Francisco P. Moreno fue llevado al Museo de La Plata. Allí Inacayal y los demás fueron obligados a trabajar como ordenanzas y peones.

En 1888 Inacayal murió –al caer por unas escaleras, según la versión oficial, muy discutida–, con más de 50 años de edad, luego de lo cual fue diseccionado y expuesto en partes separadas en vitrinas del museo.

El operativo del martes nace en la Ley nacional 25.517, impulsada por el ex presidente Néstor Kirchner en 2006, que ordenó la restitución de los restos mortales de museos a los pueblos indígenas que los reclamen, además de tratar a los que no se entreguen con el debido respeto. Ya el 20 de abril de 1994 habían restituido restos óseos de Inacayal a las comunidades indígenas de Chubut, para un enterratorio ceremonial. Esta semana la restitución se completará con su cerebro y cuero cabelludo, y los restos de su mujer y de su sobrina, Margarita Foyel, reclamada formalmente por la Comunidad Mapuche Tehuelche Nahuelpan.

“Esta restitución cierra un proceso muy complejo, no sólo referido al manejo de colecciones antropológicas en los museos, sino sobre la construcción del Estado argentino en relación con los pueblos originarios”, explica el historiador Walter Delrio, investigador del Conicet y docente de la Universidad Nacional de Río Negro.

Delrio investigó la toma de prisioneros aborígenes y su disposición como esclavos para familias e industrias de todo el país, además de entregas para prostitución, y también el uso de los restos para investigación científica sin ningún tipo de escrúpulos. “Decenas de miles de grandes y chicos fueron trasladados hacia fortines que funcionaron como centros de concentración para la distribución posterior a las ciudades. Iban a curtiembres, industrias vitivinícolas, molinos, zafra, obras públicas; a familias como criados, y también reclutados en el Ejército y la Marina”, explicó.

El investigador define que se trataba de “políticas y prácticas genocidas, tanto del gobierno como de la sociedad civil: la distribución de los chicos era encargada a damas de beneficencia, la Iglesia Católica los bautizaba cambiándoles los nombres, y los padrinos eran los presuntos adoptantes”. “Luego de la muerte de miles de indígenas, se disolvieron los vínculos familiares de los sobrevivientes y dentro de la estructura estatal se buscó desarticular a los pueblos. No sólo se buscó su desaparición física, sino que se intentó hacer desaparecer a los pueblos completos, por eso hablamos de genocidio”, define.

Moreno había antecedido a la conquista con cinco viajes a la Patagonia, definidos como exploratorios y naturalistas, en los que contribuyó con datos a acuerdos de frontera con Chile. Creó el Museo de La Plata y propició su primer contenido, proceso en el que exhibía y describía a los prisioneros vivos y luego diseccionados. Se decía “amigo” de Inacayal y otros jefes, y fue en función de eso que pidió que sean llevados a La Plata, supuestamente para poner a salvo sus vidas y destinos.

Los procesos revisionistas críticos tienen distintos matices, algunos como los de Osvaldo Bayer lo señalan como parte de la organización y ejecución del genocidio, y otros documentan el aporte informativo esencial que brindó al Ejército sobre los pueblos originarios y su geografía.

Recién en la década de 1980, a partir de la militancia indigenista, comienza un replanteo de la sociedad civil en conjunto: se instala la temática y se amplía la discusión. En 1992, con la conmemoración de los 500 años de la llegada de Colón, surge un fuerte revisionismo en todo país, que se hace fuerte en la academia y sectores intelectuales. Además, generó legislación de avanzada a nivel mundial, que entre otras se tradujo en el Convenio 169 de la OIT, vigente en Argentina por la Ley 24.071. En 1994, la nueva Constitución nacional incluye el artículo 75, que establece la preexistencia de los pueblos originarios al Estado argentino.

A partir de 2003, el gobierno nacional impulsó la recuperación de derechos y la discusión historiográfica. Tres años después se promulgó la Ley de Restitución. Entre esos años, fue esencial la creación del Grupo Universitario de Investigación en Antropología Social (Guias), en el ámbito de la Universidad Nacional de La Plata, cuya investigación y trabajo se focalizó en el museo y la colección antropológica.

Guias estableció que en la entidad hay 10.000 restos humanos, de los que están identificados apenas 30, y comenzó a militar por la aplicación de la ley en todo el país, educar y concientizar, y terminar con el concepto de que la cuestión indígena es un elemento de museo.

Delrio sostiene que “la restitución es muy importante como emblema del cambio, termina con el legado de un genocidio del Estado y la sociedad argentina”. “Les devuelve la condición de personas, no elementos de colecciones, los reconoce víctimas del proceso genocida y se transforma en los primeros pasos de una reparación real. Su derecho pasado y también el presente porque allí están sus deudos reclamando y recibiendo los restos, y reconstruyendo lazos de parentesco.”

Data : pagina12.com.ar

*** COLECCIONISTA DE HUESOS

“Moreno era un coleccionista de restos humanos que no tiene casi publicaciones científicas, prácticamente no hay un legado científico de su parte. Fue un hombre que nunca pisó la universidad, y que ya en su tiempo estuvo cuestionado por sus prácticas no científicas”. La descripción del “perito” Pascasio Francisco Moreno corresponde a Fernando Miguel Pepe, coordinador de GUIAS. La acción de este colectivo presidido por la licenciada Karina Oldani, fue clave para que el 1° de septiembre de 2006, el museo retirara de las vitrinas los restos humanos pertenecientes a los pueblos originarios de América que habían sido exhibidos durante más de un siglo.

El museo platense posee una colección de más de 10 mil restos humanos, iniciada por el propio Moreno, su fundador. La colección se nutre de las muertes de la campaña de Roca, la profanación de cementerios indígenas, y también algunos asesinados por las mismas “misiones científicas” del perito. Antes de la campaña, Moreno había realizado varias incursiones por tierras de Inacayal, con quien mantenía un trato más que cordial. Inacayal solía colgar en su toldo una bandera argentina que le había obsequiado el perito, quien había recibido a cambio el poncho del cacique, que aún descansa en la “Sala Moreno”, de acceso restringido en el museo.

*** Modesto Inakayal

Cacique Tehuelche. Fue uno de los últimos caciques en resistir, junto con mas de 3500 hombres,

la llamada conquista del desierto del ejército del Gral Roca.

Luego de emprender la retirada, trasladando sus tolderías desde el lago Nahuel Huapi, hacia Chubut, resistieron durante tres años la persecución militar argentina.

Finalmente Inacayal se entregó en 1884 en el fuerte de Junín de los Andes,

junto a sus últimos caciques aliados.

Fue prisionero y sometido.

Terminó su vida viviendo junto al cacique Foyel y su familia en el Museo de Ciencias Naturales de La Plata donde fallece el 24 de septiembre de 1888

*** LA URNA DE MADERA

¿Qué queda de Inacayal en Tecka? Su recuerdo, presente en la oralidad de los ancianos, hijos de los últimos paridos en los tiempos de la derrota, pero también un montículo de piedras en forma de chenque, como hacían los antiguos, que cubre parte de los restos mortales del cacique, restituidos en 1994.

Sin embargo, falta algo. Fueron los mismos ancianos quienes, escépticos, se preguntaban frente a la pequeña urna de madera al momento de las honras fúnebres: “¿Será realmente Inacayal? Es que la cajita está cerrada y no lo hemos visto”. Cuando en 2006, el Colectivo GUIAS (Grupo Universitario de Investigación en Antropología Social) accedió a los sótanos del Museo de Ciencias Naturales de La Plata para investigar el origen de los restos humanos que se exponían en las vitrinas, se confirmó parte del presagio: la restitución de Inacayal, en 1994, había sido incompleta. El museo se había guardado el cerebro, el cuero cabelludo y la oreja del líder mapuche-tehuelche. Entonces GUIAS empezó a desempolvar el horror, y nuevamente se oyó en Tecka el clamor por justicia.

*** Murió el 24 de septiembre de 1888, por razones no del todo claras; sin embargo, se elaboraron las siguientes teorías acerca de su deceso:

1 - Se suicidó por el tormento que le ocasionaba

estar lejos de su tierra y prisionero en el museo

en donde tenía que ver expuestos en las vitrinas

los restos de sus seres queridos.

2 - Lo empujaron por las escaleras de acceso al museo cuando se desnudó en público en uno de sus rituales. Esto lo fundamenta el

antropólogo Ten Kate, quien observó que el esqueleto tenía los huesos de la nariz quebrados por alguna caída o golpe, y además le faltaban varios dientes.

3 - Por último la teoría más mencionada, la cual dice que Inacayal al saber que iba a morir, realizó un ritual tras el cual se desvaneció. Así lo dejó asentado el naturalista italiano

Clemente Onelli, secretario de Moreno: “Ya casi no se movía de su silla de anciano. Y un día cuando el sol poniente teñía de púrpura el majestuoso propileo de aquel edificio

engarzado entre los sombríos eucaliptos… sostenido por dos indios, apareció Inacayal allá arriba, en la escalera monumental: se arrancó la ropa, la del invasor de su patria,

hizo un ademán al sol, otro larguísimo al sur: habló palabras desconocidas y en el crepúsculo, la sombra agobiada de ese viejo Señor de la tierra se desvaneció como la rápida vocación de un mundo”. El esqueleto del cacique fue descarnado y se lo preparó para exponerlo en el museo en

donde había vivido sus últimos años. Así permaneció a la vista del público durante más de 50 años, hasta la década de 1940.

Tras muchos años de reclamos de los grupos de aborígenes desde la década de 1980, los restos del cacique Modesto Inacayal fueron restituidos a la ciudad de Tecka, Chubut, el

19 de abril de 1994 (Día del indio americano). Allí se le erigió un mausoleo con la entrada mirando hacia lo que fueron sus montañas. Tuvo que esperar más de 100 años para

poder volver a sus tierras y tener un entierro como manda la tradición tehuelche, donde los difuntos son enterrados como si estuvieran en el seno materno, rodeados de armas,

alimento y diferentes objetos que pudieran necesitar al renacer en otra parte. El caso de Inacayal sirvió para que los museos continuaran devolviendo los restos de

aborígenes a sus comunidades, como lo dice la ley Nº25.517 (sancionada en 2001): “los restos mortales de aborígenes, cualquiera fuera su característica étnica, que formen

parte de museos y/o colecciones públicas o privadas, deberán ser puestos a disposición de los pueblos indígenas y/o comunidades de pertenencia que lo reclamen”. Pero la historia todavía no termina. En julio de 2006, unos estudiantes de antropología

que estaban examinando los restos aborígenes del museo para identificarlos y devolverlos a sus tierras, encuentran parte delcuero cabelludo, cerebro,una oreja y presumiblemente el corazón disecado de Inacayal. Estos restos también se pusieron a disposición para ser regresados a Chubut, donde el gran cacique espera descansar en paz tras su final en el Museo de La Plata.

Avelino Velazquez : Que hipocresia la del hombre blanco no.Conquistaron sus tierras exterminaro su cultura casi desaparecieron todas las razas aborigenes y encima los tomaban como objeto de estudio a estas pobres personas .Yo no entiendo la actitud de nuestros antepasados en ser tan barbaros y la actitud de nuestros gobernantes en no reconocer todos los derchos que esa gente tiene .Despues se llenan la boca hablando de nuestros hermanos aborigenes lamentablemente aca en el chaco todavia hay gente que le tiene a los aborigenes como una raza inferior es triste ver como son apartados y olvidados por los gobiernos qe año tras año llegan al poder terminando su mandato enriquecidos y dejando en la misma situacion a estas personas qe si se quiere son dueños del suelo donde vivimos yo no digo que le devuelvan sus tierras xq eso nunca va a pasar pero por lo menos que le muestrn respeto xq asi como nosotros son argentinos y bueno es una humilde reflexion de una persona inculta que ve con otros ojos la realidad

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