SABIAS QUE? La prostitución en la antigua Roma era legal y con licencia.
Como escribió Tácito, las mujeres que querían ejercer la profesión más antigua del mundo debían de registrarse en una oficina pertinente para obtener la licencia que les permitía regular su actividad (licentia stupri). Esta licencia les permitía no violar la ley, pero carecían de ciertos privilegios. No podían casarse con los romanos libres ni podían recibir testamento o dejar sus ganancias en herencia.
En la antigua Roma, incluso los hombres romanos del más alto nivel social eran libres de contratar prostitutas de cualquier sexo sin incurrir en desaprobación moral, siempre y cuando demostraran autocontrol y moderación en la frecuencia y el disfrute del sexo.
La mayoría de las prostitutas eran esclavas o mujeres libres, debido a que las esclavas eran consideradas propiedad bajo la ley romana, era legal que un dueño las empleara como prostitutas. Una ley de Augusto permitía que las mujeres culpables de adulterio pudieran ser condenadas a la prostitución forzada en burdeles. La ley fue abolida en 389.
Historiadores como Tito Livio y Tácito mencionan prostitutas que habían adquirido cierto grado de respetabilidad a través de un comportamiento patriótico, legalista o agresivo.