Todavía no sabe que se ha salvado.
Cuando lo traje a casa, estaba sentado en una esquina del sofá, mirando perdido, rodado, como si quisiera desaparecer. No es fatiga. Esto es un dolor de cabeza. Esta es la historia de un perro que estaba roto.
Todavía no entiende que nunca volverá a la calle. Que nunca más será ignorado, golpeado, rechazado.
Tiene miedo de moverse. No se atreve a mirarme a los ojos. Como si creyera que no tiene derecho a existir aquí.
Pero soy paciente. Él no tiene que hacer nada. Estar aquí, respirando, existiendo.
Algún día él lo sabrá.
Un día mirará hacia arriba y verá un hogar.
Bienvenido a casa, chico grande
Todo el crédito va para el respectivo dueño