Una pareja decidió casarse en una clínica veterinaria para que su perrita, ya mayor y enferma, pudiera estar presente en el día más importante de sus vidas.
Ella había soñado durante años con que su compañera de cuatro patas estuviera a su lado el día de su boda, y él, que también la consideraba parte de la familia, no lo dudó.
La perrita, de 17 años, había sido hospitalizada recientemente por una enfermedad renal, pero eso no impidió que el amor encontrara una forma.
La ceremonia se realizó en la sala de espera del hospital veterinario, rodeados de familia, amigos… y la presencia más importante: la perrita que los acompañó desde el principio.
Porque cuando hay amor, se celebran los momentos con quienes realmente importan.