La expresión data de finales del siglo XVIII, cuando en 1763 el rey Carlos III instauró la lotería en España.
Quienes resultaban ganadores, tiraban por la ventana todos sus muebles y enseres viejos. Con ello, mostraban su alegría por dejar atrás una etapa de pobreza y dar comienzo a una nueva vida llena de lujos y riqueza.