Ella es miembro de uno de mis grupos y tengo su permiso para difundir su historia:
Mi nombre es Carina, tengo 53 años.
A los 21 años, cuando empezaba un recorrido recién casada con el Chino (así le decimos a mi esposo), me detectaron Cáncer de tiroides, no puedo explicar lo que fue leer esa palabra, se me vino el mundo abajo. Para mi Cáncer era igual a muerte.
Confieso que estaba internada en el primer piso del Hospital Ramos Megia y estuve a punto de suicidar&:e, muy triste. Pero alguien que estaba internada en la misma sala, me tomó bien fuerte de la mano y me dijo: que vas a hacer? , en ese instante llegaba mi esposo y mi hermano mayor. Nunca supe de esa persona que me salvó, pero sí estoy segura que Dios me estaba protegiendo, a pesar de que estaba muy enojada con él y con la vida. No podía entender el porqué a mí, porqué me estaba pasando eso si apenas era una joven con tantas ganas de VIVIR!!!
Pasaron los años y nunca dejé de ir a mis controles.
En el 95 nació la luz de mis ojos, mi Flor, la más bella de mi mundo, a partir de ahí viví y vivo por ella, la incondicional junto a su papá. Ellos me enseñaron el amor al prójimo donando ambos su pelo para quien lo necesitara. A partir de ahí comencé a trabajar incansablemente muchos años colaborando y haciendo festivales para ayudar con distintas pelucas Solidarias hasta lograr tener nuestra organización en mi ciudad de Lobos, buscar gente que trabaje en forma gratuita para realizar pelucas para nuestra gente y ciudades aledañas. Logramos hacer más de 100 pelucas, a pulmón, sacando tiempo a nuestras familias, trabajando duro, a deshora e incluso los domingos (nuestro día franco).
Cuando todo estaba encaminado y ya teniendo un pequeño lugar realizado con mucho amor en mi casa, lamentablemente en el 2021 me vuelvo a enfrentar en una nueva lucha, en ésta oportunidad me declaran un cáncer de vejiga de alto grado. La pucha!!! Se me desgarró el corazón, el mundo se volvía a derrumbar con la diferencia que ésta vez estaba mejor plantada, con 30 años más y en el mismo hospital de aquel 1991.
Se vinieron cirugías, estudios, biopsias, tratamientos y más cirugías. Un cáncer que no se cura, sólo se controla rigurosamente, no se abandona y se sigue aunque a veces quiero tirar la toalla.
No se puede estar bien todo el tiempo. A veces está bien llorar, permitirse sentirse mal. La bronca, enojos, tristezas, son emociones necesarias.
Mucha gente dice que me admira, que soy fuerte, que soy un ejemplo, que siempre estoy con esa energía contagiosa (si supieran todo lo que me pasa por dentro y que no soy ejemplo de nadie…)
Todos me llaman “guerrera”, pero alguien me hizo entender que esa palabra tiene un cierto carácter agresivo o que podía servir para un deporte y que preferiría decirme Maestra, maestra de la vida, dominando el arte de vivir cada experiencia con fe y dar fortaleza a otros. Ser maestra es ser elegida y confieso que me encantó esa palabra. Todos somos maestros de algo y eso depende de lo que vamos aprendiendo en cada hecho de ésta vida.
Siempre digo que para atrás es sólo para tomar impulso, es eso o dejarme morir.
Hoy estoy orgullosa de mí y mi hija también me lo dice. Sólo yo sé las veces que he tenido ganas de renunciar y aún así continuo. Las veces que lloro a escondidas, las veces que tengo miedo y aún así me arriesgo.
La belleza no pasa por tener una cara bonita o un cuerpo perfecto. Mi cara envejeció, mi cuerpo tiene cicatrices, unos cuantos kilos demás pero mi alma aprendió día a día a ser más fuerte, linda y solidaria. Eso lo llamo belleza.
Sólo el amor salva y les juro que eso me lo dan todos los días mi hija y mi marido que luchan a la par para continuar con éste camino duro pero no imposible y sobre todo para que ésta mochila me sea más liviana.
Gracias por permitirme expresar y compartir mi experiencia con todos ustedes.
Las abrazo con el alma
Carina Mónica Piersantolini